Tabla de contenidos
Como seguro que sabes, la mayor parte de las oposiciones tienen un examen tipo test de conocimiento entre sus pruebas: a veces puede ser el único examen al que te enfrentes y otras, puede que además del tipo test tengas que realizar un desarrollo y una exposición oral, unas pruebas físicas…
¡El hecho es que el test casi siempre va a estar presente en tu vida de opositor!
Aunque pueda parecer una obviedad, lo cierto es que este tipo de pruebas requieren una preparación distinta a la que haríamos para un examen de desarrollo o para un ejercicio oral. En los exámenes tipo test entra en juego principalmente la memoria de reconocimiento. Se trata de aquella que nos permite identificar algo que ya habíamos percibido con anterioridad.
Por tanto, más que una memorización de toda la estructura del tema y de la redacción literal de sus contenidos, deberíais:
¡Sin duda, tener una buena rutina de práctica con ejercicios similares a los que os encontraréis el día del examen, es una de las mejores técnicas para aprobar un examen tipo test.
Además del estudio, la práctica y la memorización, hay una serie de trucos que también pueden ayudarte. ¡Cuidado! Algunos de estos trucos no van a funcionar siempre, pero pueden ser una excelente guía.
Lo más importante de todo es que conozcas muy bien a qué tipo de examen te enfrentas: cuántas preguntas habrá, cuántas posibles opciones y cómo se puntúa, es decir, si los errores descuentan o no. ¡Y en el caso de que lo hagan, cuánto penalizan!
Muchos de los errores que se cometen en los cuestionarios tipo test proceden de una mala interpretación de las preguntas o de las respuestas, que se podría subsanar con una lectura atenta.
Cuando leas una pregunta, subraya o recuadra con un lápiz las palabras clave de la pregunta. Al resaltarlas, tu cerebro estará mucho más atento.
Esto es especialmente importante en las preguntas en las que te piden señalar SOLO LA OPCIÓN FALSA, o cuándo te preguntan por una negación. (ej. ¿Cuál de estos órganos no forma parte de esta Comunidad Autónoma?).
Esto es importante ya que cuando estudiamos, lo hacemos en positivo y estas preguntas, nos pueden liar.
Otra de las dificultades de los exámenes tipo test es el tiempo. Por ejemplo, para un examen de 30 preguntas suelen dar entre 60 y 90 minutos de tiempo. ¡Eso significa que tendrás unos 2 minutos y medio para leer atentamente la pregunta y sus respuestas, pensar y contestar!
Lo importante es que no te atasques. Si algo no lo sabes, continua a la siguiente. De esta forma, en una primera pasada por el examen habrás contestado todo aquello de lo que estás más seguro o te resulta más fácil.
Una vez tengas todos esos puntos asegurados, puedes invertir más tiempo en las preguntas más difíciles o que no tengas tan claras.
Si has seguido el paso anterior. Una vez que acabes la primera vuelta al examen, te recomendamos que hagas tus cálculos y elabores tu estrategia: ¿me la juego o aseguro no contestando?
¡Te lo explicamos!
Si los fallos no descuentan, responde a todas las preguntas, incluso cuando no tengas ni idea y las selecciones al azar. Si no te restan, siempre hay posibilidad de que aciertes y sumes algo.
Si los errores penalizan, calcula muy bien el nivel de riesgo que puedes asumir al contestar. En general:
Aquí es muy importante que conozcas los criterios de corrección del examen. Por ejemplo: En un examen de 30 preguntas, con 3 alternativas de respuesta, donde un fallo reste medio acierto, podrás aprobar con las siguientes combinaciones:
Por lo tanto, si has hecho la primera vuelta de tu examen y sabes que has contestado bien 17 preguntas, podrías intentar arriesgar, pero no te aconsejamos que lo hagas en más de una o dos preguntas, ya que si fallaras más, suspenderías.
Aunque no sean infalibles, hay ciertas técnicas o trucos que os pueden ayudar a encontrar la respuesta correcta cuando tengáis dudas:
¡Esperamos que estos trucos te ayuden en tus exámenes tipo test, aunque recuerda que la mejor forma de aprobar es estudiar y practicar con otros exámenes!